jueves, 11 de octubre de 2012

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Entrada"69 razones para no trabajar demasiado", Ciudadano Pérez

Vino de la Casa: "La conspiración de los porteros", Ricardo Colautti


Plato Principal: "Los hermanos Tanner", Robert Walser


Postre: "Bartleby: preferiría no"

"La libertad no consiste solamente en seguir la
propia voluntad, sino también, a veces, en abandonarla"

Kobo Abe

"69 razones para no trabajar demasiado"

La propuesta de trabajar menos es cualquier cosa menos frívola. Pero, pese a su vieja tradición filosófica, esta tesis parecía políticamente poco apropiada mientras estuvo vigente la promesa de crear un Estado del Bienestar. Sin embargo, la contrapartida que se ofrece hoy a cambio del esfuerzo laboral es precariedad creciente en el empleo, despido libre, contratos basura, salarios que rayan en el insulto, servicios públicos de salud deteriorados e incertidumbre en las pensiones de jubilación. En esas condiciones, entregar nuestra vida al trabajo por cuenta ajena parece cosa de tontos: “vive para ti solo, si pudieres, pues sólo para ti, si mueres, mueres”, advierte Quevedo. 

Razones para no trabajar demasiado las hay seguramente por miles. En este librito se presenta una breve selección que recoge lo que filósofos y pensadores de diversas épocas han dicho sobre lo que el impagable Paul Lafargue denominó “el vicio del trabajo”. Para entender el concepto es preciso leer a maestros del pensamiento como Sócrates, Epicuro, Séneca, Tomás Moro, Henry D. Thoreau o Bertrand Russell, entre otros. 
Si una mayoría de ciudadanos leyese a estos maestros y actuara en consecuencia, posiblemente el capitalismo caería sin necesidad de revoluciones. El experimento vale la pena. Esta guía de lectura va dedicada a quienes se atrevan a intentarlo. 

Ciudadano Pérez (Madrid, 1948) es periodista e inventor de libros tales como: Manual Práctico para la Desobediencia Civil (Pamiela, Pamplona, 1994); Itoiz: de la desobediencia civil al ecosabotaje (Pamiela, Pamplona, 1996); Política para los muertos civiles (Primer premio Certamen sindical 1º de Mayo, 1997); Crítica de la labor pura (Monografías Cedesc, Barcelona, 1998); Rebelión en la sociedad civil (Flor del Viento, Barcelona, 1999); Diccionario del Paro y otras miserias de la Globalización (Debate, Madrid, 2002); Manual del Manifestante (De Bolsillo, Barcelona, 2005).
 

"69 razones para no trabajar demasiado"
Ciudadano Pérez
ISBN: 978-84-92616-32-9
El viejo Topo

"La Conspiración de los porteros y otras novelas"


Hace muchos años, cuando encontré la novela Sebastián Dun en una librería de Corrientes, no tenía referencia alguna de su autor, un tal Ricardo Colautti. Miré las primeras hojas de la modesta edición de Sudamericana, examiné la tapa donde giraban y se superponían unos carretes de esos antiquísimos grabadores de cinta abierta, leí un par de líneas, le tuve fe a esa prosa que se mostraba zigzagueante, extraña. También me atrajo la ausencia de texto laudatorio en contratapa y la presencia de un aura de misterio que sentí al elegirlo entre un yuyal de libros que se apilaban sin orden en una batea. Lo leí de un saque, como se deben beber ciertas bebidas duras. Toc-toc, palo y a la bolsa. Al poco tiempo me encontré con La conspiración de los porteros y nuevamente experimenté la sensación de estar leyendo algo absolutamente inusual, incómodo para el listado de cualquier canon. Libros flaquitos pero fibrosos, petisos pero beligerantes, eso ofrecía el tal Colautti. Demasiado realista para los moldes del fantástico, llano para los experimentales y muy delirante para los barras bravas del realismo. Una vez me encontré en una fiesta con uno de sus editores, el mítico Daniel Divinsky, y le conté que un grupo de amigos creíamos firmemente que él era Colautti; inmediatamente me dijo que no, que Colautti existía y que era un abogado medio loco. Aunque ahora le estén adjudicando filiaciones arltianas y otras endemias, yo prefiero seguir conservando la imagen de ese Colautti sui generis que descubrí en una librería de Corrientes. Yo tengo mi propio Colautti y nadie me lo va a quitar. A pesar de su escueta extensión, Sebastián Dun no es una nouvelle, esa falluta palabrita franchuta, que a veces sirve para disfrazar cuentos largos. Sebastián Dun es una novela hecha y derecha que no necesita de la “morosidad del relato”, ni de las descripciones hiperbólicas. Colautti arma escenas condensatorias, las encierra en frasquitos de azafrán, con dos o tres movidas en el tablero de la narración expresa lo que a otros les costaría la redacción de una novela-río. “Me refugié en el Astral. Pasaba todo el día tomando copas y jugando dados en el mostrador. Tenía también un hobby, quemarme al sol, la cara sobre todo. Iba a una plaza y me quedaba sentado horas y horas de cara al sol, o me paraba junto a un árbol y miraba pasar las chicas. El tostado del sol da un aspecto próspero, optimista, aspecto de turista”, dice el protagonista Sebastián Dun confesando una poética que lo acerca a los desclasados que deambulaban la ciudad de Los inútiles de Fellini. En La conspiración de los porteros el infrahéroe Sebastián Dun es testigo de la existencia de unos comandos de porteros organizados para controlar y reprimir a los vecinos de Buenos Aires. Se dividen zonas y barrios, alimentan un aquelarre de sangre y muerte. El portero del edificio de Sebastián Dun tiene una hija que colabora con su padre en intrincadas operaciones: “Por lo menos una vez por semana había reunión de porteros. Iban con sus uniformes de gala. Don Juan me decía: ‘Tengo que arreglar la cabeza de los colegas, las conversaciones que mantengo con ellos son nada más que para eso. Son todas personas muy complicadas, les cuesta ubicarse socialmente, porque, ¿qué son? defensores de la propiedad, custodios del orden, servidores, ¿qué son? todo esto les crea dudas en su difícil profesión’”.

Buenos Aires se ve muy susceptible en las narraciones de Colautti y Sebastián Dun es un Gregorio Samsa porteño, arrastrado por una inercia metonímica fatal y tragicómica. Menos papel y más literatura parece haber sido el lema de Colautti quien se parece mucho a esos jugadores estilo Bochini: aparecen sólo lo necesario, cosa de definir partidos y campeonatos con un leve chasquido de sus dedos y luego acogerse a los beneficios del misterio, guardando el secreto en una caja con miles de cerrojos. Con ese puñado de maravillosas peripecias que conforman Sebastián Dun, La conspiración de los porteros e Imagineta, Colautti abrió y cerró un espacio, cosa reservada para muy pocos.


Rodolfo Edwards

"La Conspiración de los porteros 
y otras novelas"
Ricardo Colautti
ISBN: 9789872314569
Mansalva

"Los hermanos Tanner"

«¿Acaso Simon Tanner no vagabundea, nadando en la felicidad, para no producir nada, a no ser el goce del lector?»
Franz Kafka.



De 1905 a 1913 el escritor suizo Robert Walser vive en Berlín, donde el poeta Christian Morgenstern lee Los hermanos Tanner, su primera y más celebrada novela, que recomienda al editor Bruno Cassirer: «Este hombre hablará así mientras viva y sus libros serán un extraño y fascinante espejo de la vida». Como todas las obras de Walser ésta entusiasma a críticos y escritores, pues, al igual que El ayudante y Jakob von Gunten, sus otras dos grandes novelas, retrata con excepcional intensidad el perfil errante de su autor, uno de los novelistas que más influencia ha ejercido sobre tres generaciones de escritores alemanes.


"Los hermanos Tanner"
Robert Walser
Trad por Juan José del Solar
ISBN:978-84-7844-488-5
Ediciones Siruela




"Bartleby: preferiría no.Lo bio-político, lo post-humano"



Bartleby: preferiría no. Lo bio-político, lo post-humano, reúne a Gregorio Kaminsky, Jorge Lovisolo, Mónica B. Cragnolini, Patricia Digilio, Alejandro Kaufman, Diego Tatián, Juan Besse y Marcelo Percia, en torno a la pregunta por la declinación o el naufragio de lo humano.
Es Bartleby, el escribiente, de Hermán Mol vi lie, el personaje que acomuna, de alguna manera, estos escritos. Los reúne al modo de la alusión, de la referencia, de la elusión, o del silencio. Bartleby (el enunciador del extraño "Preferiría no") pone en jaque la idea de lo humano como consecución de un fin y puesta en obra de la potencia (de querer, de actuar), hace evidente el principio de ruina que habita toda postulación del valor de un cierto modo de ser de lo humano, aquel predicado por los humanismos.

¿Por qué reunir a Bartleby, la biopolítica y lo posthumano?
Que lo viviente sea objeto de la política, que lo viviente se transforme y trastorne en el ámbito de las biotecnologías, que lo viviente se convierta en "material disponible" (más disponible que nunca) del hombre: he allí lo que ya no asombra a nadie. Ante esa falta de asombro, tal vez Bartleby represente el naufragio de un modo de concebir al existente humano, naufragio que señala un entretiempo en el que se torna necesario pensar en la alianza entre los biopoderes y los tánatopoderes en la que estamos existiendo (aunque preferiríamos no hacerlo).
"Bartleby: preferiría no.
Lo bio-político, lo post-humano"
VV.AA
ISBN: 978-987-22884-9-5
La cebra