jueves, 13 de septiembre de 2012

Menú del 13 de septiembre: "Propedéutico"


"La educacion es un proceso en cual en el principio
enseñas el niño a hablar y despues a callar" (L.Lewinson)


"Frankenstein educador"

La historia de la educación está plagada por el mito de la fabricación de un ser humano nuevo. El doctor Frankenstein y su monstruo (como Pigmalión y su estatua, o Gepeto y su Pinocho) son ejemplos de esos de ensueños educativos que todavía hoy perduran en obras de ciencia-ficción. Philippe Meirieu, reconocida autoridad en pedagogía, parte del mito de Frankenstein para cuestionar la concepción de la educación como el proyecto de dominio del educando y de control completo de su destino. Expone qu esa perspectiva conduce a un fracaso destructivo, postula que el pedagogo, en vez de ponerse a "fabricar" a nadie, debe operar con las condiciones que permitan al otro "hacerse obra a sí mismo" (según fórmula de Pestalozzi ya en 1797), y ofrece proposiciones concretas orientadas a ese fin de educar sin "fabricar".

El autor es Doctor en Letras y Humanidades, profesor de Ciencias de la Educación y director del Instituto de Ciencias y Prácticas de Educación y de Formación en la Universidad de Lumière-Lyon 2. Una de sus mayores aportaciones al mundo de la pedagogía actual es la referente a la teoría y la práctica de la "pedagogía diferenciada". Prolífico escritor, muchas de sus obras han sido traducidas al castellano.




"Frankenstein educador"
Philippe Meirieu
ISBN 9788475843490
Laertes
146 págs

"Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión"


Nueva edición revisada y corregida de la obra maestra de la criminología y el pensamiento crítico, donde Michel Foucault reflexiona sobre el sistema penal moderno y se pregunta de dónde proviene la extraña práctica de encerrar para corregir, que figura en los códigos penales de la época moderna.
Durante el siglo XIX, advierte Foucault, el castigo físico fue abandonado y la condena social comenzó a regirse por el encierro del cuerpo. Así, se construyeron cárceles y se abandonaron las prácticas de los suplicios públicos para poder, en lo sucesivo, corregir las almas en prisiones especialmente diseñadas.
Foucault analiza en esta obra el proceso de este cambio, donde el cuerpo del condenado deja de ser el objeto de castigo mediante suplicios populares, para dar lugar a la corrección del alma.
El condenado es encerrado, vigilado y controlado en un sistema que termina abarcando a otras instituciones sociales como el hospital, los psiquiátricos, las fábricas, las instituciones educativas, los asilos, etc. Son los niños, los locos y los ancianos los que están bajo esta vigilancia y control, quienes conforman lo que el autor denomina la sociedad disciplinaria. 


"Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión"
Michel Foucault 
ISBN 978-987-629-057-9
Siglo XXI editores
384 págs












"El preceptor. Un caso de educación criminal en Alemania"


En octubre de 1903 un caso criminal conmueve a la sociedad alemana. Andreas Dippold, 23 años, estudiante de derecho que se ganaba la vida como tutor particular, es acusado de haber golpeado tanto a sus dos alumnos que uno de los hermanos ha muerto por los maltratos. El “preceptor” sostiene que su conducta es conforme a la ley pues era necesaria para impedir el vicio principal de sus educandos: la masturbación. Los padres –emblema de la alta sociedad berlinesa (el padre integraba la cúpula del Deutsche Bank)– apelan a todas sus influencias para que el acusado sea condenado como un criminal sexual de gran peligrosidad. El tribunal, sin embargo, tiene sus reservas y condena a Dippold a sólo 8 años de prisión. Eso desata un revuelo en la opinión pública del último Imperio Alemán en torno a lo que, en alusión a Dippold, se dio en llamar “dipoldismo”: la violencia de motivación libidinosa, la excitación sexual que proviene de someter a castigos físicos a los niños.
Michael Hagner, autor de este libro, reconstruye paso a paso la historia trágica del asesino en cuyo sistema de valores (antisemitismo, religiosidad culposa, cientificismo, pesimismo cultural y vitalismo) se interpreta hoy el germen ideológico del nazismo. Por su truculencia, el caso del crimen y su juicio posterior generaron un escándalo público que llegó a influir sobre el debate científico de la época. La psiquiatría y la pedagogía no fueron las mismas después del “caso Dippold”. A partir de allí empezó a considerarse al sadismo como un síndrome también del ámbito de la educación. El caso, paradigmático, se imponía como alternativa empírica a los ejemplos poco científicos extraídos de textos del Marqués de Sade. A los juristas, por su parte, el caso les vino como anillo al dedo en la vehemente discusión sobre la reforma del derecho penal.
Con todo, el “dipoldismo” es una desginación que se perdió con el tiempo. El concepto no figura en el diagnóstico psicopatológico actual. Y el rastro de Dippold también se perdió: en Latinoamérica, donde probó suerte como abogado después de cumplir su pena de reclusión.

El preceptor bien puede leerse como novela policial o como análisis cultural de la época del Kaiser Guillermo II. Un libro atrapante, de esos que dejan sin aliento.


Sobre el autor
Michael Hagner nació en Alemania en 1960. Estudió medicina y filosofía en Berlín y se dedicó a la historia de la ciencia. Fue investigador del Instituto Max Planck y hoy es profesor del Instituto Suizo de Tecnología en Zurich. Publicó varios libros sobre la relación entre ciencia, ideología y sociedad. En 2008 obtuvo el premio Sigmund Freud por la calidad de su prosa, otorgado por la Academia Alemana de Lengua y Literatura.

"El preceptor. Un caso de educación criminal en Alemania"
Michael Hagner
ISBN: 978-987-28031-5-5
Mardulce editora



El preceptor es una descripción tan brillante que recuerda a la película La cinta blanca, de Michael Haneke”, Andreas Platthaus, Frankfurter Allgemeine Zeitung

“Una combinación magistral de narración y análisis”, Adam Soboczynski, Die Zeit

“La prosa de Michael Hagner convence a la manera de un policial. Y así uno del caso de un adolescente corpulento de 14 años y familia adinerada, que es asesinado a golpes por su preceptor particular, cien años después como si hubiera ocurrido ayer”, Johanna Adorjan, Frankfurter Allgemeine Zeitung

“El sadismo vestido de pedagogía. Un auténtico thriller”, Ursula März, Die Zeit

"Como una novela"



Se define este libro como una perfecta animación a la lectura realizada a través de argumentos poco corrientes. No creo que sea así, pero el caso es que uno sale de “Como una novela” satisfecho, como después de reunirse con unos amigos y charlar de aficiones comunes, sin actitudes ni poses.
Pennac, todo hay que decirlo, no es rimbombante; aborda el problema con simplicidad y directamente, sin andarse con rodeos. El único problema que le encuentro es, quizá, la irrealidad que transpira. Digo esto porque el escritor propone la enseñanza de la literatura a través de la literatura misma, con lecturas, sin caer en la tentación de los comentarios, las exégesis y las reseñas. Lo cual, para qué engañarnos, es hermoso, pero poco práctico.
Aunque no soy partidario de que la letra entre con sangre, sí encuentro necesario que a los niños se les impulse a leer, y ello conlleva que comprendan lo que leen y que lo analicen. Puede que no sea el mejor método existente, puede que debiéramos volver a los paseos de Sócrates, pero hay que ceñirse a un sistema, y no creo que sea el peor de los posibles. Generaciones de lectores se han educado haciendo comentarios de texto y se han apasionado por la buena literatura, más tarde o más temprano, siguiendo o no las recomendaciones de sus profesores; como digo, no será un procedimiento perfecto, pero sí es válido.
Por lo demás, lo mejor del libro de Pennac es su parte final, donde desgrana diez leyes imprescindibles para todo lector, todas ellas tan ciertas como la vida misma y de una honestidad sorprendente. La número cinco, que habla sobre la calidad de los libros y la existencia de ‘buenas’ y ‘malas’ novelas, es un compendio perfecto de lo que pensamos en SDL, por lo que la cito casi en su totalidad:
…digamos que existe lo que llamaré una ‘literatura industrial’ que se contenta con reproducir hasta la saciedad los mismos tipos de relatos, despacha estereotipos a granel, comercia con buenos sentimientos y sensaciones fuertes, se lanza sobre todos los pretextos ofrecidos por la actualidad para parir una ficción de circunstancias, se entrega a ‘estudios de mercado’ para vender, según la ‘coyuntura’, tal o cual tipo de ‘producto’ que se supone excita a tal o cual categoría de lectores.
Sin lugar a dudas malas novelas.
¿Por qué? Porque no dependen de la creación sino de la reproducción de ‘formas’ preestablecidas, porque son una empresa de simplificación (es decir, de mentira), cuando la novela es arte de la verdad y (es decir, de complejidad), porque al apelar a nuestro automatismo adormecen nuestra curiosidad, y finalmente, y sobre todo, porque el autor no se encuentra en ellas, así como tampoco la realidad que pretende describirnos.
En suma, una literatura del “prêt a disfrutar”, hecha en moldes y que querría meternos en un molde.
No creamos que estas idioteces son un fenómeno reciente, vinculado a la industrialización del libro. En absoluto. La explotación de lo sensacional, de la obrita ingeniosa, del estremecimiento fácil en una frase sin autor no es cosa de ayer. Por citar únicamente dos ejemplos, tanto la novela de caballerías como, mucho tiempo después, el romanticismo se empantanaron ahí. Y como no hay mal que por bien no venga, la reacción a esta literatura desviada nos dio dos de las más hermosas novelas del mundo: “Don Quijote” y “Madame Bovary”.
Así pues, hay ‘buenas’ y ‘malas’ novelas.
Las más de las veces comenzamos a tropezarnos en nuestro camino con las segundas [...]. Durante cierto tiempo leemos indiscriminadamente las buenas y las malas [...]. Y después, cierto día, sin darnos cuenta, nuestros deseos nos llevan a la frecuentación de los buenos. Buscamos escritores, buscamos escrituras. La mera anécdota ya no nos basta. Ha llegado el momento de que pidamos a la novela algo más que la satisfacción inmediata y exclusiva de nuestras sensaciones.
Qué mejor resumen que éste. Aunque sus tesis sean algo inocentes, lo cierto es que Pennac aboga por el placer de leer buena literatura. Un placer fuera de serie.

"Como una novela"
Daniel Pennac
Norma