sábado, 9 de febrero de 2013

Menú 09 de febrero


Entrada: El corazón es una cazador solitario. Carson McCullers
Vino de la casa: Diarios 1925-1930.  Virginia Woolf
Plato principal: Traer al mundo el mundo Objeto y objetividad a la luz de la diferencia sexual. Diótima
Postre: Los desposeídos. Una utopía ambigua. Úrsula K. Le Guin


El corazón es una cazador solitario
Carson McCullers
Seix barral, 2008
ISBN: 9789507315688


Escrita con tan sólo veintitrés años, El corazón es un cazador solitano (The Heart is a Lonely Hunter, 1940) fue la primera novela de Carson McCullers y dio a conocer la magnitud de su talento. Centrada en el ambiente de una pequeña ciudad sureña y en un grupo de personas que —en torno a la figura emblemática del sordomudo John Singer, el personaje más conseguido de esta genial autora— tienen en común la esencial soledad, su marginalidad y el rechazo de una sociedad que los ignora, El corazón es un cazador solitario es ya un clásico de la narrativa contemporánea.

Leyendo El corazón es un cazador solitario el lector no puede evitar implicarse con cada uno de sus personajes y vibra ante la experiencia de seguir a Carson McCullers en su viaje por las profundidades del alma humana. Esta pieza maestra justifica sobradamente las palabras que Graham Greene escribió acerca de su autora: «Carson McCullers y quizá William Faulkner son, tras la muerte de D. H. Lawrence, los únicos escritores con una sensibilidad poética original. Prefiero Carson McCullers a William Faulkner porque escribe de modo más claro; la prefiero a D. H. Lawrence porque no tiene mensaje.»






Diarios 1925-1930
Virginia Woolf
Ediciones Siruela, 1993
ISBN: 978-84-7844-698-8


Escritos con honestidad, agudeza y sentido de la inmediatez, los diarios de Virginia Woolf hacen aflorar esa corriente de vida que fluye incontenible detrás de sus novelas. «Yo utilizo a mis amigos más bien como lámparas: veo que ahí hay otro campo: con tu luz. Allí, una colina. Ensancho mi paisaje», nos dice, y sus palabras nombran también y dan sentido a la lectura de estas páginas. La luz de la escritora se vierte sobre los espacios, su ingenio y clarividencia iluminan ya un suceso menor en el curso de la noche –alguien robó su bolso–, ya los grandes hitos de su obra literaria. «Digo que estoy escribiendo Las olas siguiendo un ritmo, no una trama», leemos, o bien: «Orlando es un libro muy rápido y brillante, sí, pero no intenté explorar». Este volumen abarca íntegramente el período de tiempo comprendido entre 1925 y 1930. Virginia Woolf alcanzó entonces su plena madurez como escritora, consiguió una posición segura y respetada en el mundo de las letras y participó de una agitada vida social. Pese a todo, día a día siguió consignando la impresión que le causaban escritores como W. B. Yeats, H. G. Wells o Thomas Hardy, su amor por Vita Sackville-West y el de Ethel Smith por ella, sus lecturas, sus empeños, las franjas más inaprensibles de su intimidad.







Traer al mundo el mundo
Objeto y objetividad a la luz de la diferencia sexual
Diótima
Icaria Editorial, 1996
ISBN: 9788474262759


Poner el mundo a la luz de la experiencia femenina, de nuestra experiencia. Ver verdaderamente el mundo es una consecuencia interna desde los inicios de ese pensamiento de la "diferencia sexual", que constituye el principio de las investigaciones filosóficas del grupo de mujeres de la librería de Mujeres de Milán.





Los desposeídos. Una utopía ambigua
Úrsula K. Le Guin
Ediciones incógnita, 2011


Hay libros que se quedan dentro de uno y no hacen sino crecer. La ciencia-ficción es un arma arrojadiza contra lo establecido, es la culminación de la literatura como arte subversivo sin renegar de la plenitud de ninguna de sus dos condiciones; ni a la de arte ni a la de subversión. Y títulos como Los desposeídos no hacen sino confirmarlo.

Los desposeídos supone un paso más en la ciencia-ficción política porque, si bien libros como 1984, Un mundo feliz o Fahrenheit 451 son novelas de denuncia social, esta obra llega a plasmar el ideal al que las anteriores aspiran: en ella se plantea un modelo tangible y asentado de sociedad anarquista que se enfrenta abiertamente al capitalismo, fundamentalmente, pero también al comunismo de estado.

La escritora nos presenta a Urras, un planeta donde conviven varios regímenes, sobresaliendo el capitalista, y que, dos siglos atrás, expulsó a los anarquistas a su luna, Anarres. Allí, los libertarios construyeron una sociedad ácrata que se mantiene aislada pero estable. El conflicto de la novela surge cuando un habitante de Anarres, el científico Shevek, viaja hasta Urras para tratar de impulsar la comunicación entre ambos planetas.

A pesar de este apetitoso planteamiento, la novela debe tener una buena ejecución para que el libro no se quede tan sólo en buenas ideas. Y Le Guin también ahí supera las expectativas.

La obra se articula en dos líneas temporales, una anterior en el tiempo a la otra, que convergen al final. La primera de ellas nos cuenta la vida de Shevek en Anarres, el planeta anarquista y la segunda, su estancia en Urras. Esta alternancia de espacios va enriqueciendo nuestra visión progresivamente y con mucho cuidado, pues cada capítulo (dedicado a un planeta) se centra en un aspecto concreto de los personajes y/o de la sociedad. Es una estructura muy clara y efectiva.

El agudo análisis de Le Guin desmonta todo posible maniqueísmo, dotando al conjunto de una gran credibilidad. Los personajes de la novela son tremendamente complejos y ricos. En ese sentido, la figura de Shevek es una de las aportaciones más memorables. Este físico es el prisma por el que Le Guin transmite su discurso. Apoyándose en su contradictorio individualismo, la escritora construye un protagonista de gran atractivo y solidez. Asimismo, la novela guarda una inmensa galería de personajes estupendamente trabajados, tanto principales como secundarios. La dedicación con la que está tratada toda la obra también se aprecia en este aspecto.

La proyección de Los desposeídos es enorme; podemos incidir en los aspectos políticos, sociológicos o psicológicos del libro, puesto que su implicación en estos ámbitos es muy grande. No en vano, admite dos lecturas: una como obra de reflexión práctica anarquista y otra como novela de choque entre dos sociedades.

La primera se basaría en el elaborado retrato que se realiza de la civilización ácrata. Al mostrarnos plasmaciones reales de las teorías libertarias, el texto sirve de discusión y debate entre los anarquistas. Su máxima aportación, a este respecto, es el presentar este modelo como un sistema vivo, con deficiencias e incoherencias, que realzan la credibilidad de ese mundo. Es por ello por lo que el subtítulo del volumen es Una utopía ambigua; porque Anarres no es un sistema perfecto.

Los desposeídos como obra de choque entre dos civilizaciones se apoya en la perplejidad, en el extrañamiento. Le Guin recoge la incomprensión de los habitantes de uno u otro planeta respecto a su vecino. En ese sentido, es especialmente reseñable la que siente el anarquista hacia el capitalista, aspecto en el que la escritora no tiene referentes. El resultado exige un tremendo esfuerzo de empatía por parte del lector, pero es sumamente gratificante.

La novela es una exhortación a la autocrítica, al inconformismo, a poner el tela de juicio nuestras convicciones y lo establecido. Así mismo, es una abierta apología del anarquismo. Pero a un anarquismo consecuente, crítico, continuamente revolucionario.

Los desposeídos es una lectura maravillosa. Cada expresión, cada gesto, es un pequeño botón de muestra que nos revela cómo es cada civilización. Cada frase está pensada y escogida con paciencia y sabiduría, para que no haya nada indispensable y todo sea trascendente. Es una novela para degustar pausadamente, con la mente despejada.

Después de leer Los desposeídos, después de contemplar Anarres, nos damos cuenta de que la utopía aún es posible. Absolutamente indispensable.

Alberto García-Teresa