lunes, 5 de noviembre de 2012

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Entrada"La señorita Porcel" Esther Cross

Vino de la casa"Propaganda gubernamental" Autores Varios La Crujía Centro de Comunicación

Plato principal"Las malas costumbres" David Viñas





«Nadie puede estar más libre que en la cárcel y
nadie puede estar más preso que en la libertad
de una Nación con absoluta impunidad»

Elisa Carrió, Circa 2009

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«La república es sagrada, respetemos a las instituciones»
 (sentido común, véase acá)

"La señorita Porcel"

La señorita Porcel lucha por su vida en un cajero automático. La mujer que quiso matarla la mira y cuenta lo que ve. El resentimiento es el motor de su historia. El dinero, el poder, la violencia, los códigos de clase y el mandato familiar son temas de esta novela que recorre una Buenos Aires sumida en el clima inquietante de un país que pronto va a tomar la calle.


La señorita Porcel es también la historia de una mujer que se descubre demasiado inteligente para ser de derecha y demasiado rica para ser de izquierda, de una mujer que logra resolver ese conflicto a un precio realmente exorbitante.

Esta novela fue la ganadora del 6º Premio Internacional de Ensayo y Narrativa de Siglo XXI México, organizado junto con la Universidad Nacional Autónoma de México, la Universidad Autónoma de Sinaloa y el Colegio de Sinaloa.

"La señorita Porcel"
Esther Cross
ISBN 978-607-03-0078-3
Siglo XXI Editores

"Propaganda gubernamental. Tácticas e iconografías del poder"

¿Por qué un libro de propaganda? A diario somos influidos por su presencia continua en los sistemas políticos en los que vivimos. Para los gobiernos contemporáneos es tan importante la calidad de la gestión, como su capacidad de comunicarla adecuadamente. Utilizan la propaganda como una herramienta de campaña permanente para justificar acciones y decisiones, explicar planes y objetivos, obtener legitimidad y convocar el apoyo de los ciudadanos. La propaganda, por lo tanto, constituye una cuestión de relevancia social por el impacto real que esa forma de comunicación y lenguaje político ejerce en nuestras percepciones, pensamientos y comportamientos. Por dicha razón, este libro está dirigido tanto a quienes trabajan en el terreno de la comunicación política, como a los ciudadanos interesados por conocer los modos de comunicación que los gobiernos utilizan con finalidad persuasiva. Nuestra intención en esta obra es reflexionar en torno al concepto de propaganda y volver explícitas para el “ojo público” las estrategias y tácticas que más se emplean con el objetivo de intentar convencernos para que adoptemos un determinado punto vista respecto de las problemáticas políticas y sociales de nuestro tiempo.
Dra. Virginia García Beaudoux. Codirectora del Centro de Opinión Pública de la Universidad de Belgrano. Directora de COMMUNICATIO, consultora de comunicación estratégica. Profesora de Psicología Política en la Universidad de Buenos Aires, y la Universidad de Belgrano. Da clases de Comunicación Política en los posgrados de la Universidad de Salamanca; el Instituto Universitario Ortega y Gasset en Madrid; la Universidad Pontificia de Salamanca; así como en el Instituto de Ciencias Políticas y Sociales (ICPS) de Barcelona. Conferencista y profesora invitada en otras instituciones y universidades de España y América Latina. Autora de ocho libros y numerosos capítulos y artículos científicos publicados en el tema de la comunicación política.
Dr. Orlando D’Adamo. Director del Centro de Opinión Pública de la Universidad de Belgrano y de COMMUNICATIO, consultora de comunicación estratégica. Profesor de Psicología Política en la Universidad de Buenos Aires y la Universidad de Belgrano. Profesor de Comunicación Política en los posgrados de la Universidad de Salamanca; el Instituto Universitario Ortega y Gasset en Madrid; la Universidad Pontificia de Salamanca; así como en el Instituto de Ciencias Políticas y Sociales (ICPS) de Barcelona. Conferencista habitual en universidades de España y América Latina. Ha publicado ocho libros y varios artículos en el tema de la comunicación política. Columnista frecuente en temas de comunicación política y análisis político en medios de Argentina y del exterior.
Lic. Gabriel Slavinsky. Licenciado en Psicología y Magister en Marketing Político. Docente concursado de Psicología Política en la Universidad de Buenos Aires, y de Psicología Social y Psicología Política en la Universidad de Belgrano. Profesor en la Maestría en Marketing Político de la Universidad del Salvador. Es autor de un libro y diversas publicaciones en el área de la comunicación política.

"Propaganda gubernamental. Tácticas e 
iconografías del poder"
Virginia García Beaudoux, Orlando D’Adamo, 
Gabriel Slavinsky
ISBN 978-987-601-127-3
La Crujía Ediciones

"Las Malas Costumbres"

Los únicos libros que había en mi casa, cuando yo era chico, estaban en un mueblecito en el vestíbulo. Supongo que eran un regalo integral, casi como un adorno que habían recibido mis viejos, porque los libros entraban justo en las estanterías del mueblecito. Era una colección de unos treinta libros finitos, de tapas duras, pequeños, aburridos, todos encuadernados igual en un papel grisáceo a cuadros chiquititos. Sin embargo, recuerdo dos: uno llamado “Médicos, Magos y Curanderos”, y otro con reproducciones de las desconcertantes calaveras del grabador mexicano Guadalupe Posada. Pienso que ambos tenían muchas ilustraciones; especialmente el de Guadalupe Posada; y por eso me gustaban. Estoy hablando de un tiempo, calculo, en que yo todavía no había aprendido a leer.
Sin embargo, fuera de esa biblioteca, mi Vieja, Rosita, solía tener esporádicos libros a mano. Nunca supe que comprara un libro, salvo los que después compraría para mí, de la colección Robín Hood. Deduzco entonces, que se lo prestaban las amigas, Maile por ejemplo. Era, así, para mi Vieja, un placer y una distracción algo caótica y despareja la que le brindaba la literatura. No había ni un autor predilecto ni un gusto preciso por algún tema. Tal vez fue por eso que yo accedí, de rebote, a libros como “Un mundo feliz”, de Aldous Huxley, a una edad en que no pude comprenderlo totalmente pero intuía de que se trataba de algo importante, de otro nivel.Mi afán de lector se había despertado tiempo atrás, fundamentalmente por el placer que me provocaban las historietas, leídas en Puño Fuerte, Misterix o Paturuzito. Y luego, preadolescente, con el “Sandokán” de Salgari, “Colmillo Blanco” de Jack London o el “Príncipe Valiente” de Harold Foster, todos en la mencionada y mítica colección Robin Hood con sus reconocibles tapas amarillas. Por lo tanto, la música de mis lecturas era la del castellano que hablaban los españoles o bien la del castellano que empleaban los españoles cuando traducían del inglés. Incluso las historietas, aún las que trascurrían en Argentina, aún las del Hora Cero y el Frontera escritas por el maestro Héctor Germán Oesterheld, recreaban un habla coloquial acartonada y algo formal.
A esa altura de mi vida podría decirse que yo era un mero lector, al que le gustaba dibujar historietas, incluso inventar sus guiones, pero que estaba muy lejos de pensar en escribir algo de mayor aliento. Sin embargo, fue para mí un impacto leer mi primer libro de David Viñas. Lo confieso, soy sincero; estamos hablando de casi cincuenta años atrás; no recuerdo si era “Dar la cara” o “Cayó sobre su rostro”. Pero en ese libro los personajes hablaban como Berto, mi Viejo, y como los amigos de mi Viejo. Se jodían entre ellos y puteaban como yo escuchaba hacerlo a mi Viejo con sus amigos en el club Huracán y tantos otros clubes de Rosario a los que lo acompañé en su campaña como Director Técnico de básquet de Sportivo América. Descubrí, entonces, a través del libro de Viñas, que eso era posible, que se podía escribir algo que reflejara fielmente una forma de hablar y de comportarse totalmente nuestra y alejada de modismos hispanos. Y no solo eso, supe que yo, como lector, me sentía junto a esos personajes de Viñas, más integrado, más involucrado en las conversaciones y en la historia, de la misma forma en que me sentía integrado, naturalmente, en mi casa o en el club junto a mi Viejo.
No fue aquello para mí un dato menor. Comencé, de ahí en más, a tratar de percibir las cosas que, por estar delante de nuestros ojos, por familiares o próximas, no vemos. A prestar el oído a las palabras que, por cotidianas y poco épicas, no escuchamos. Advertí, a través de Viñas, que mirando alrededor podemos detectar historias tan dignas de ser contadas como aquellas que transcurren en Londres, Samarcanda o Atenas. Tal vez por lo mismo, cierto tiempo después, empecé a narrar situaciones que yo había vivido o vivía jugando al fútbol, o como espectador en la cancha de Central o con los muchachos hablando pavadas en La Mesa de los Galanes, en el bar El Cairo.
Suena a irrespetuoso reducir, en mi caso, toda la obra de un intelectual prolífico, sólido y combativo como David Viñas, a la referencia personal de lo que me aportaron sus personajes de “Cayó sobre su rostro”,”Dar la cara”, o más tarde “Hombres de a caballo”, haciéndome escuchar un idioma argentino al que yo, por haberlo escuchado desde la cuna, no le prestaba atención.Pero ahora pienso que recordar esto es saldar, aunque sea en un pequeño porcentaje, una deuda de gratitud hacia David Viñas, que viene de lejos.

Roberto Fontanarrosa

"Las Malas Costumbres"
David Viñas
ISBN: 9789872356804
Peón Negro Ediciones

"El espectador emancipado"

“El que ve no sabe ver”: esta presuposición atraviesa nuestra historia desde la caverna platónica a la denuncia de la sociedad del espectáculo. Es común al filósofo que quiere que cada uno esté en su lugar y a los revolucionarios que quieren arrancar a los dominados de las ilusiones que los mantienen ahí. Algunos emplean explicaciones sutiles o instalaciones espectaculares para mostrar a los ciegos lo que ellos no ven. Otros quieren cortar el mal en su raíz transformando el espectáculo en acción y al espectador en hombre actuante. Los estudios reunidos aquí oponen a esas dos estrategias una simple hipótesis el hecho de ver no implica ningún encierro; la transformación en espectadores de aquellos que estaban destinados a las coacciones y a las jerarquías de la acción pudo contribuir a revolucionar las posiciones sociales; y la denuncia del hombre alienado por exceso de imágenes fue, en un principio la respuesta del orden dominante a este desorden. La emancipación del espectador es entones la afirmación de su capacidad de ver lo que el ve y de saber que pensar de eso y que hacer con eso. Examinando algunas formas y debates del arte contemporáneo este libro intenta responder a las cuestiones: ¿Qué entender por arte político o política del arte? ¿Cúal es nuestra posición acerca de la tradición del arte crítico y con el deseo de introducir el arte en la vida? ¿Cómo la crítica militante de la mercancía y de la imagen devino en la afirmación melancólica de su omnipotencia o en la denuncia reaccionaria del hombre democrático?

Jacques Rancière (Argelia, 1940) es profesor emérito de Estética y Filosofía en la Universidad de París VII.

"El espectador emancipado"
Jacques Rancière
ISBN: 978-987-500-140-4
Ediciones Manantial